sábado, 11 de diciembre de 2010

México no es un país...

Prometo que lo que estás a punto de leer será diferente, ¡aún mejor y más interesante... voy a intentar transformar tu consciencia!

¿Alguna vez te has preguntado "por qué"?, ¿rechazado las ideas de los demás?, o ¿sentido que nada puedes hacer para remediar lo que hiciste? ¡Oh! ¡Yo sé que sí! Yo sé que sí porque no eres más que una pequeña inútil bolsa de huesos inconforme con lo que ha logrado. Deberías ver tu cara; es la prueba de tu falta de certeza para cambiar las cosas y que solamente eres una persona más entre tantas otras que quizá ni inteligente es y sólo ocupa un lugar más.
     Pero (tiempo) si no quieres escuchar esto acerca de ti, justo éste es el momento para cerrar la página o buscar otra entrada y te aseguro... te aseguro que nadie lo va a notar o pensar que eres débil. Te lo prometo... En cambio, si te quedas por curiosidad, porque te gusta el mal trato o para saber a qué viene todo esto pues ¡felicidades!, eres como todos los demás...
     Ahora bien... ¿crees que tienes mucha suerte porque tienes "amor" y personas que se preocupan por ti? Tú, insignificante bufón sin respeto, ¿en serio crees eso? Yo sé que tu vida parece haber ido bastante bien hasta ahora con algunos lindos recuerdos y otros tal vez más amargos, quizá todavía recuerdas a qué huele o cómo se siente, y sé (porque te he visto alguna vez) que piensas que has sufrido antes de tiempo y que muchas veces es injusto por lo que has pasado. Que eres muy joven para haber estado en esas situaciones, pero por favor sé realista y no te tires a la autocompasión. ¿Quién no ha sufrido y sentido, por breves momentos, aunque sea sólo por breves momentos, que la miseria se apodera de su alma? Y si piensas "yo nunca he sufrido", déjame decirte que estás teniendo una conducta muy pueril y no hay nada peor que que negarse a lo que se supone que eres.
     ¿Qué tal vamos hasta este punto?, ¿bien? ¡Bien!, ¿verdad? Como lo veo esto ha sido un ejercicio catartico que te permite estar en contacto profundo contigo y al mismo tiempo sentir que compartes un trozo de tu vida y experiencias con los demás. ¡Hermoso, ¿cierto?! Justo ahora podría pedirte que reflexiones con lo anterior, pero eso sólo lo hacen quienes tienen el tiempo; en lugar de eso vas a prestar mucha atención a lo siguiente y te vas a relajar. Relajar hasta el punto que te sientas tú. Hasta el punto tener una sensación de paz contigo.
     En perspectiva, nuestra nación, algunas veces se siente de la misma manera. (¡Claro, si pudiera sentir!). Siente que algo dento no funciona y que afuera hay personas criticando. Ha pasado por momentos de crisis y también ha sido partícipe de muchas risas y alegrías, justo como tú. Otras veces quiere rendirse, pero sabe que vale la pena luchar. Merece compañeros mejores y estoy seguro que tiene miedo de volver a perder a alguien más.
     Si lo piensas detenidamente y por más absurdo que pueda parecer, México no es un país. Yo no veo un simple territorio en los mapas. Entonces... ¿qué es, preguntas? Va de nuevo y si aún no logras saber a qué voy voy a explicarlo. México no es un país, es tu familia y siendo así... ¿no serías capaz de defenderla si alguien la insulta?, ¿no te molestaría que alguien le escupiera en la cara a un miembro de tu familia? A mí sí y mucho. ¿Te agradaría que le dijeran fea a tu mamá o idiota a tu papá? (Seguramente alguien ya lo hizo). Es gracioso, hasta cierto punto, que te indignes por la posibilidad, pero es aún más curioso que tú insultes a tu propia sangre. Y déjame decirte que he escuchado personas como tú quejarse y hacer berrinches.
     Además, México aloja varias de las religiones más grandes y pequeñas del mundo. México no es un país, es una oración para los que aún tienen fe y saben que tiempos mejores vendrán con ayuda de los corazones cerca de las personas y las plegarias apuntando hacia un mejor lugar. México no es un país, es el patio de una gran escuela en donde los niños y niñas juegan como tú jugabas antes de que pensaras o te dijeran que es un peligro.
     Que el gobierno apesta, que hay guerras y, por ende, muchas "bajas" diariamente, pues sí, parece que eso también es verdad. Eso... eso no es un país, es la muerte. Es un halo intermitente de lágrimas y penurias que sofocan a la vida y que generan rencores y odio, desagrado y sed de venganza. Son ríos de sangre que recorren a todo el país, desde Baja California hasta Quintana Roo, y lagos de sollozos y dolor que poco a poco secan lo que queda de bondad en algunas personas.
     ¡Ah...!, pero no niegues que toda esa pena te causa dicha, así es: dicha. De nuevo te hace sentir la suerte que tienes de seguir con vida, ¿cierto? Tienes suerte de poder agradecer a quien tengas que agradecerle por otro día que puedes reír junto a quienes quieres, abrazar a quienes casi no ves, besar tanto como puedas, comer y compar impulsiva y compulsivamente si te da la gana y hasta tener sexo si quieres que así sea. Todo eso te hace sentir que aún vives y que todavía tienes una oportunidad.
     Y lo repito, México no es un país, sino sus costumbres y lo que pienses de eso. Tantos colores que en otros lugares serían incoherentes; colores tan bellos y variados de los que podrías escribir miles de poemas si quisieras hacerlo o cantar miles de canciones. Tantos sonidos que armonizan perfectamente y que en otros lugares parecería simplemente ruido. Son las estrellas que no se ven por la contaminación, pero que te sorprenden cuando estás en la provincia. Es el llanto de un recién nacido que promete hacer algo por seguir siendo alegre y despreocupado en un lugar donde parece ya no existir la definición de esas palabras.
     México no es un país, son las batallas ganadas que tenemos sobre otras naciones. El orgullo y la espontaneidad que nos caracteriza. México no es un país, sino todo lo demás (pero tú decides)... En fin, creo que ya es demasiado tarde para decir "y para no hacer esto tan largo...", pero entonces: ¿qué es México?... ¿qué es lo que quieres ser? ¿Cómo vas a demostrar que tienes suerte?

viernes, 29 de octubre de 2010

La muerte se escribe durante la condena

"Un hombre k es acesinado por unos bandídos de noche, en un bosque, o algo por el estilo, tiene asta el último momento la esperansa de salvarse. A abido casos en que un hombre a quien le han cortado el cueyo tiene esperansa todavía, o sale corriento, ó pide que se apiadén del. Pero en otro caso, por el contrario, esa última esperansa, que permite que la muerte sea diez veces menos penosa, es eliminada con toda certeza: la sentencia está hay, y la orrible tortura ésta en que sabes con certeza que no te escaparás, y no ahi en este mundo tortura más grande que esa. Lleve a un soldado a una vatalla, y pongalé delante de un cañón y dispare, y él seguirá teniendo esperansa; pero si a ese mismo soldado se le lée una sentencia de muerte cierta, se volverá loco o romperá a llorar. Quien dice k la naturaleza humana puede soportar esto sin perder la razón?? a qué viene tamaña afrenta, cruel, obcena, inecesaria e inútil??".
     ¿A qué viene tanto atropello necesario? ¡No, no, no! Esa no es la pregunta adecuada, sino ¿tu atención se reclinó sobre la profundidad de las palabras o sobre su superficialidad? Estoy seguro que Dostoievsky, tras leer lo propio, hubiese sufrido como si Nástenka en Noches Blancas nunca hubiese existido; hubiera sido devastador. Así como los corazones pueden quebrarse por la falta de oxígeno y sangre en ellos, así la cabeza puede enloquecer por el exceso de futilidades que provienen de su propio entorno. Es completamente absurda la torpeza de la medianidad y más allá de eso, es nefasto el cordialismo con aquellos que transgreden a sus vecinos. Me importa poco lo "especial" de las personas y si se lastiman por brutos, pero que por la contigüidad se nos atribuyan las carencias de un espécimen que tiene poco que ver conmigo, eso sí me aturde.
     No obstante, estoy a favor de la automutilación verbal, de los océanos creados por la palabra sangre, de los ojos saltones cuando descubren un error verbal, de las esperanzas desechas por una "s" que nada tiene que ver con ella, de los ahí y los hay y los ay en donde el primero quiere ser el segundo y el tercero no sabe si ser él mismo u otro, y antes de que se me olvide prefiero que a los ángeles verbales se les quite su aureola y se les humanice para que sienten el sufrimiento que nos producimos. Repito, estoy a favor de la automutilación siempre y cuando se nos permita ser nuestro propio yugo.
     Por si eso no fuese suficiente aún debemos mirar hacia enfrente mientras subimos por las escaleras que nos conducen a la guillotina, y es obvio que una guillotina no existe si no hay un público impaciente, esperando, por el grito que nunca llega y se transforma desde las entrañas en silencios guiados por el goce fugaz de la muerte. Lo mejor de todo es que la permisibilidad que se ha ido imponiendo es la que permite que lo anterior sea dichoso en esta era ¿Qué tanto más tenemos que sufrir si ya nos hemos arrebatado la dignidad?...
     Mucho. Es la respuesta a la anterior pregunta. Es decir, la mayor condena no es que nos ejecute alguien más a quien ni conocemos. La mayor condena que puede recibir un Hombre es la cuerda de la sentencia que lo aprieta desde el lienzo sobre el que se reclina la cabeza de su alma antes de desfallecer. Se siente desnudo y expuesto (que no necesariamente van de la mano) por mostrarse tal y cómo es detrás de lo que se percibe. Es una expresión de su carácter, de su realidad y más que todo es el cofre que él mismo ha ido diseñando con sus palabras. Es su propio sepulturero. Aunque la exposición de nuestra propia tumba es un buen castigo.
     En realidad, al inicio, la tumba no fue hecha para uno mismo, en cambio fueron creadas para joder a los demás, de ahí que estén bajo el suelo para ser pisoteadas, y sin darse cuenta condenaron con tierra y papel al futuro de todo lo humano y escrito. ¡Pausa!... No quiero que se confundan creando puentes que se sobrepongan al agua cristalina del río de sus cabezas al suponer que todo se resolvería sin papel o tinta -sinécdoques de instrumento por usuario- porque no sería así. Recuerden que menciono que "el cofre que él mismo ha ido diseñando con sus palabras" (debería ser cita bíblica) es decisión convergente que nos confina con una llave insoportable hacia la derivación de los mismos textos de la sociedad.
     Por primera vez estoy totalmente de acuerdo cuando se afirma que al borde de la muerte puedes ver pasar tu vida frente a tus ojos. Tú eres quién elige la cuerda o navaja, hace el nudo o se acomoda, y al final se aventura, como un ciego hacia la luz, a una muerte que nos deja vivir para entender el flujo negro de las letras que se escurren como una hemorragia. Ahora es el momento para que decidas si sigues siendo tú, si dejas de escribir por el resto de tu vida o si aprendes (por breves instantes) a dejar de lastimarte con cada paso que escribes.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La juventud paradójica de los medios de comunicación

Es bien sabido que los medios para comunicarnos trascienden incluso las fronteras del entendimiento humano actual; en otras palabras, no hay certeza (sólo conjeturas) de lo que se supone sucedió cuando comenzaron a generar comunicación. E incluso si empezamos a considerar a la comunicación propiamente desde una época más cercana a nuestros días, podría decirse que los medios ya llevan una gran trayectoria siendo parte de la sociedad. En algunas teorías se afirma que la tecnología se revoluciona cada dieciocho meses, incluso menos. Esto es algo que me invita a pensar en los grandes cambios que se van a desarrollar en la humanidad a partir de la tecnología; tecnología que puede entenderse como el mono del conocimiento.
     En fin, lo que digo es que podríamos convenir respecto a la edad real de los medios de comunicación (cuando surgió algún tipo de lenguaje o el teléfono o la televisión); pero difícilmente, una edad percibida. Un ejemplo (generalizando y omitiendo excepciones): una persona mayor, en años biológicos, probablemente confunda o no comprenda las funciones de ciertos aparatos actuales como los teléfonos móviles más recientes, inclusive las televisiones touchscreen o algunas consolas de videojuegos no sean lo suficientemente sencillas de utilizar para ellos, sin embargo para los futuros jóvenes ni siquiera los impedimentos de edad serán suficientes para que no puedan comprender lo que les pertenecerá en aquel momento. Esto es a lo que me refiero con el título del día de hoy. Las percepciones de las distintas generaciones revelan un entendimiento "jovial" en la manera de comunicarnos.
     Ahora bien, me daré la oportunidad de abrir un paréntesis para decir que no soy ducho en muchas cosas, pero me gusta exponer ideas o predicciones perdidas de cierta razón acerca del progresivo actual o futuro cercano. Muy bien, cierro el paréntesis y además pregunto: ¿cómo es posible hacer de una experiencia virtual algo más próximo a la realidad? o ¿cómo se puede complacer incluso más a la audiencia televisiva o radiofónica, por ejemplo? Ambas preguntas pueden ser respondidas con una respuesta misma, pero de ejecución alterna. Esa solución es el impacto físico y de pertenencia que puede generar la personalización. Hacer que la audiencia o consumidor se sienta uno con el ambiente y las experiencias que él no puede controlar. Repito, quizá esto sea insano y posiblemente criticado por distintos sectores.
     Según los avances tecnológicos, yo propondría (para mejorar la experiencia virtual) un impacto físico. Es decir, si bien ya existen ciertos artefactos que le dan al jugador una sensación de pertenencia como las guitarras, baterías, patinetas, volantes, pedales, pistolas, en fin diversidad de cosas que se conectan a los videojuegos, esa pertenencia sólo es psicológica. El realismo que propongo se da en el cuerpo físico. ¿Qué sucedería si se crearan dispositivos que estuvieren conectados al cuerpo de la persona como los electrodos médicos pero en lugar de que monitorearan el estado físico lo afectaran con descargas eléctricas?, inclusive podrían ser chalecos o yo que sé, cualquier cosa que cubra la parte que será afectada. Lo que propongo es ayudar a la mente con sensaciones, aquello que nos haga sentir más próximos a una experiencia. Personalización.
     Y en el caso de la otra pregunta, lo mismo. Personalización. ¿Cómo lograrlo? Propongo distender un poco de los problemas que pueda generar para el sector, pero yo digo que podrían aplicar lo que se hace en programas infantiles de la televisión o en las estaciones de radio de música pero ahora para el sector de noticias, por ejemplo. Es decir, utilizar la encuesta como una herramienta para clasificar los intereses de la audiencia del canal o estación. Si tanto se dice que los medios de comunicación le dan a la audiencia lo que pida; yo digo que deberían arriesgarse a hacerlo literalmente. Preguntar qué es lo que se desea ver o escuchar al día siguiente en las noticias. Ojo, no estoy invitando a crear falsedad en los noticieros, sólo a enfocarse más en las respuestas del consumidor. Obviamente, habrá cápsulas que sean relevantes y que por el mismo motivo no puedan dejar de transmitirse, pero (repito) dar prioridad a la audiencia.
     Como dije son ideas descabelladas y quizá poco factibles, pero ¿por qué no darle una oportunidad a lo absurdo? Sería nuestro "Frankenstein" moderno. Una creación conflictiva de algún sector que termina por ayudar a otro. La monstruosidad y la prodigiosidad de un transplante: una nueva manera de considerar al público objetivo. Lo importante es mantenerse en una línea de moderación, juicio y precaución. El futuro de la comunicación será el presente del futuro, el pasado del presente y el futuro del pasado. Paradójico, ¿no creen?

viernes, 3 de septiembre de 2010

Te llamaré: ¡mujer!

Que sean los aromas del pasado
la prudencia con la que te enamoras.
Que sea tu sonrisa el ímpetu para procurarme,
y que sean, entonces, mis llamadas
el camino llano que fluye por merecerte.

No calmes esa voz tuya cuando el sentimiento del pecho
aventure con palabras la devoción que yo corresponderé.
Y cuando menos se espere de la nada será que...

Por esa sofisticada delicadeza te haré un verso.
Por esa eterna esencia te creeré divina.
Por esa cordura insaciable te haré razón.
Por tu calidez serás mi amante, por tus labios seré el tuyo.
Por tu armonía te veré rodeada de narcisos y demás flores,
pero por tu belleza te llamaré: ¡mujer!

jueves, 26 de agosto de 2010

¿Qué pasaría si el amor no fuere suficiente?

Debo admitir que, a pesar de todo lo nosperante que pueda ser, el amor es una idea que sigue sorprendiéndome; en este momento, seguramente muchos infantes están comenzando a adquirir gusto por esa palabra, muchos jóvenes están sientiéndolo o mintiendo con ello, la mayoría de los adultos quizá sólo lo piensan y pareciera que para ellos el orgullo ya forma parte intrínseca del amor. Sé que es parte importante del hombre y la mujer, niño o niña, sentir que sienten amor, pero ¿por qué?
     La única pregunta -hasta ahora- no se refiere al porqué de la importancia de este sentimiento, sino al porqué del querer sentir sentirlo. Confieso que soy un pésimo juez; incluso teniendo conocimiento de las ideas, intenciones, conductas, hechos, faltas, personas, etcétera, jamás lograré dar fallo a favor o en contra porque el simple proceso me marea y las perspectivas y manejo del discurso pueden favorecer; peor cuando no conozco. Por esto es que, posiblemente, la ingenuidad me lleva a preguntar de nuevo: ¿por qué?
     Acaso ¿es Algo tan Maravilloso como Ofensivo por su Rareza?, ¿o será que sólo es tan soberbio que la provocación nos intriga? No pretendo contestar nada, sólo plantar curiosidad. Tal vez porque detrás de toda lógica todavía puede ser posible entrever el romanticismo que hace tiempo defendía con caballería pesada y que seguramente sigo defendiendo aunque con distinta armadura y que no me permite responder.
      Para ejemplificar mi punto anterior utilizaré la naturaleza de la soberbia. Muchos no apreciarán la soberbia; lo interesante en eso es el factor humano que imposibilita que cualquiera pueda acceder a ella, por lo mismo provoca intriga. No todos están preparados para alimentarla todos los días y cambiarla si se ensucia con su propia mierda (con el fin de detener las metáforas particulares, piensen en el símil de la soberbia como un bebé). Entonces, a muchos los volvería locos, a otros los volvería "idiotas", incluso para la mayoría sería la destrucción de su carisma y el camino generoso hacia la incoherencia. Aquel verdaderamente soberbio contempla desde lo alto de su subjetivismo y domestica con objetividad y rudeza a los demás. Es complicado estar disponible para los demás cuando se es soberbio.
     A lo que quiero llegar es que si la soberbia, que implica una complejidad virtuosa, ya me es tan rídicula e irrisoria no creo que algo pueda superar el gusto de tenerla y despreciarla, por eso me viene a la mente y después a este espacio: ¿qué pasaría si, por los antecedentes soberbios, el amor no fuere suficiente?. La pregunta no está formulada para implicar que ando en busca de o esperando que, simplemente quiero saber hasta qué punto, un sentimiento hipervalorado, puede probar que estoy equivocado respecto a las relaciones con otros. Sería una gloria comprender la faramalla -o amor- que todos idolatran; sería una gloria saberme perdedor...

sábado, 14 de agosto de 2010

La Idiotez es contagiosa

A manera de regaño y sin intención de ser cortés, ¡qué idiota es la gente! Con un tipo de pensamiento tan lineal que me encabrona porque no puedo tolerar que sólo puedan ver hasta donde su chingado campo de visión apunta. No se permiten apreciar la amplitud de las experiencias que nos rodean; en la escuela o en la casa, incluso en la calle con tan magníficas texturas, olores y colores, y diversidades.
     No puedo alcanzar a entender cómo es que pueden vivir tan alejados del entendimiento de las estructuras sociales o mentales o de cualquier tipo. Y, todavía, me encoleriza mucho más que los mismos estudiantes que están, supuestamente, para aprender y desafiar al mundo y a los paradigmas, se queden con ideas vagabundas y en un vaivén del cual no pueden salir. Incluso da pena el uso de su diccionario que abarca desde la C de cabrón hasta la G de güey; y lo que alego es tan claro como irrisorio que algunos pensarán que comprenden hasta la W de "wey". Qué no daría por encontrarme con más personas inteligentes, más seguido, o siquiera capaces de entender lo que se les dice.
     Además, y es lo peor, no saben que su grado de idiotez es inmenso. Entonces, cuando pretendo elucidar su realidad llamándolos "idiotas" se molestan quesque porque estoy siendo demasiado rudo y grosero. Lo que segundos después me cae en cuenta es preguntarles si es más grosero el que se los diga o el que lo sean. Sin embargo, lo impresionante de esto es que defienden con garra y mazo el estado en el que se encuentran, como si ése fuese el ideal del espécimen humano. Con un carajo, en estos momentos el sólo hecho de pensar en ellos me caga, a tal grado que mi lenguaje corporal habla por sí mismo con el detalle de una nariz arrugada por el hedor.
     Todo les pasa como si no sucediese nada; incluso si hubiese ausencia de hechos o palabras deberían prestar atención a cualquier estadio de la quimera. Al no darse cuenta de las situaciones se pierde conocimiento que quizá sea difícil de recrear en algún otro momento. Y luego alegan que por qué no se les presta atención o por qué no son considerados para tomar buenos puestos. ¿Por qué será?
     Todavía más molesto que al comienzo de escribir esto me pregunto, ¿acaso habrán perdido la capacidad de sorprenderse?, que no se dan cuenta de la magnitud de lo que se les dice. Habrá que analizarlo en la posteridad.

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Convivencia o conveniencia?

"La hipocresía depende de la sociedad, sin la segunda seríamos libres de la primera y viceversa". Esta frase quizá no resume la convivencia en sociedad, pero sí define la manera en que muchas veces las personas están condicionadas en una relación. Claro, salvo la minoría que no se delimita por la admiración o la futura -total- dependencia del otro.
     Es demasiado primitiva la forma que tenemos para relacionarnos, sin embargo para mí eso lo hace demasiado interesante. Desde pequeños nuestra formación se da con nuestros familiares, más tarde, si seguimos un orden cronológico, nos encontramos con amigos y maestros, algunas veces con otros adultos como los amigos de nuestros padres o tíos. A partir de nuestra incursión en el mundo social buscamos la convivencia con personas de gustos u objetivos o ideales o sentimientos similares y así es incluso cuando comenzamos a trabajar en donde, además de los factores anteriores, queremos un ambiente acorde con nuestros valores y compromisos, pero además de eso supondría que tendríamos que juntarnos con aquellos de un intelecto más o menos parecido; pero ¿siempre pasa eso? Es una lástima que la respuesta sea no.
     Lo que yo he notado es que nos relacionamos con la necesidad hacia el otro, no con el otro, y de seguro así debe ser desde la otra parcela. Esa necesidad no necesariamente es una dependencia hacia lo ajeno, aunque parece ser que sí se refiere a no querer carecer de lo que nos otorgan ya sea un beneficio para hacer negocios, o un lugar en cualquier espacio o incluso el amor y cariño de los amigos y la familia. Tal vez parezca frío o descarado, pero desde algún punto de vista los sentimientos que se supone provienen de nuestro interior no sea tanto de esa manera, en tanto sí del exterior.
     Por ejemplo, una madre abraza, quiere, regaña, enseña, ayuda, prohíbe y un sin fin de verbos más (románticamente, son quienes llevan a cabo más verbos) a su hija o hijo; y sin esperar "nada" a cambio el infante retribuye de una u otra manera. Si lo analizamos desde el punto de vista aquí expuesto se puede decir que A (madre) realiza las acciones con la idea de provocar una renovación en B (hija o hijo), entonces si B compensa con amor una de las acciones, A generará un sentimiento. Por lo visto es algo que naturalmente sucede, pero sí leemos entre las líneas reales y álgidas: A no quiere carecer de -A necesita- ese afecto porque se "siente feo" no tenerlo o desconocerlo, por lo tanto continuará difundiendo un sentimiento o razón o material sin esperar retroalimentación inmediata, pero los seres humanos están condicionados a esperar una fracción, ya sea menor o mayor, de lo otorgado y en diferentes envases.
     Como dije, es frígido y desalmado, pero sí a ese grado tan puro como lo es el amor maternal se podría ver de tal manera, ¿qué tanto no sucede en un mundo competitivo, emocionante, seductor y bárbaro? De cualquier manera, la mayoría de las relaciones generan un sentir de seguridad; por ende las relaciones dependen de la in-seguridad, llámese espacio a ocupar. Los negocios así se encaminan, tú me das algo que no puedo tener por mí mismo y yo lo equilibro con algo que quieras; los amigos también, nos llevamos bien y demás, pero yo aprendo de ti, tú de mí y además te gusta mi hermana o mi carro o queremos ser socios, lo que sea sirve. ¡Curioso!... Entonces, sin más, finalizo con el título de este día: ¿convivencia o conveniencia?

martes, 3 de agosto de 2010

El protocolo excepcional

Diría, muy tenazmente, mi colega Karl Popper y utilizo un pronombre posesivo porque compartimos el saber que una teoría que no se puede refutar es en ese sentido una teoría débil; por tanto y haciendo referencia a lo que nos concierne, en este texto, no podemos estipular como necesaria la convivencia en sociedad, pero que ésta, encima de todo, deba ser pacífica. Si bien es lo único que creemos (léase como queremos) conocer (hasta ahora) eso no lo hace determinante, aunque sí obligatorio y dependiente por nuestra condición de seres sociales, no obstante nos han -y hemos- condenado ante este modo tan normativo al haber generado patrimonios que cada vez nos alejan más y más de la individualidad, tanto que en algunas situaciones no queda otra que transformar la colectividad.
     Desde esta ocurrencia, parece que el protocolo se mueve en una dirección la cual pretende la armonía interpersonal y quizá algunos dirían hasta la intrapersonal, pero esta armonía debió provenir de un caos que, aunque lo parece, no se ha extinguido sino que ha sido etiquetado y hasta subyugado por regímenes y acciones individuales, pero pensadas en la cofradía de utilidad y de vestigios corteses. Es penoso, desde mi entender, que las razones de un pensar egoísta hayan sido apartadas para dar cabida al respeto fausto, sin embargo se ha decidido por conveniencia, en ambos sentidos (pff...), que eso deba ser indicado como lo más refinado y apropiado.
     No estoy negando su "importancia" o afirmando su "nimiedad", sin embargo sí reniego la vanidad que conlleva la etiqueta y apelo la seguridad que aporta ante la imagen de un individuo educado. Empero, lo que ahora me alborota es no saber si denominarlo un mal necesario o bien innecesario puesto que el factor de empuje en el primer caso es la llave -aquella que abre, cierra y confina- de la convivencia social; es decir, la necesidad. Tanto que en el segundo, la falta de esa necesidad, quiero creer, genera bondades o maldades, pero sin las intenciones arbitrarias de un no-querer-carecer-de. Por eso comienzo revistiendo mis palabras con las ropas del falsacionismo, por eso y porque lo considero adecuado para probar ambos puntos.
     Como sea, la oscuridad de las normas protocolarias -y de muchas otras- dejarán de ser eficientes y cederán ante el poder de los referentes sencillos, pero complejos como las excepciones.

martes, 20 de julio de 2010

Del Caos o relativo a la Percepción

Te conocen como imagen de lenta lectura,
de cualidades reales, pero colectivas;
posesiones absurdas aunque subjetivas.
¡Detente!, si confiesas no es más que so figura.

Asesina de sueños, amada por los "sanos",
desdichada entre rebeldes. ¿Sombra o claridades?
Yo qué sé, y sin embargo virgen de sociedades
aunque, sobre todo, empleadora de artesanos.

Sucia bribona, manceba por el caos que cargas;
sin tus intenciones no queda más que la escisión,
que para tanta lisonja ni los lengüilargas.

Dices, tan estoica, "soy no", pero eres negación.
Tanto que si insta tu soberbia, la muerte alargas;
mas si todo se hace nada, a tu razón le apodan... percepción.

viernes, 16 de julio de 2010

¿Imponer la monogamia o temer a la poligamia?

No me gustaría desatar deseos poligámicos de ningún tipo, sólo considero pertinente adiestrar las conductas sociales de tal modo que se conviva sin la necedad de posesión de la pareja cosificada. Se ha dicho constantemente que la fémina es quien exige u otorga, sea el caso, la imperatividad de la monogamia social, en la mayoría de los casos; si eso se da por la biología (ocultándose y exponiéndose íntimamente) puede retener a su hombre; pero si se debe a la sociedad -mayormente occidental- también existen pequeños ganchos que contengan los deseos innatos del hombre en este caso, tales como el matrimonio o incluso los hijos y su seguridad.
     Desde el punto anterior, la monogamia aporta menos promesas de amor y lealtad, y más promesas a futuro a diferencia de la poligamia que mantiene constante el flirteo y la necesidad del Poder en ambos géneros, así como explotación de los recursos sociales de cada quien. Sin embargo, y a diferencia del espacio privado (casa o alcoba) que es en dónde comúnmente se quiere mantener la retroalimentación con una sola pareja, es en la mayoría de los círculos sociales que el hombre teme, generalmente, que algún otro prospecto zambulla palabras en los oídos e irradie atributos a los ojos su pareja, y ésta termine por irse con "aquel".
     Dicho sea, las mujeres desean que el hombre permanezca junto con ellas y los hombres no permiten que la mujer se aleje de él, salvo las excepciones (que seguro debe haber algunas). Muy a pesar de los párrafos anteriores, lo importante reside en la posibilidad opuesta a la imposición o al temor y que provoca la exploración de la infidelidad; es decir, es muy probable que en algún punto de cualquier relación se exija, pero no se esté dispuesto el otorgar, sea por las razones que se quieran encontrar, empero la más común es imaginar un porvenir distinto y más próspero con la nueva persona, y si se piensa un poco en el antónimo social del temor pasando por su raíz, la inseguridad, podría estar seguro que es algún tipo de agresión, y con este concepto me refiero a la intención de causar algún daño, sea implosivo o explosivo.
     Una vez expuesto el hecho, las conductas y lo importante falta dar espacio a lo interesante y creo más adecuado hacerlo con una pregunta, ¿quién jala el gatillo que apunta hacia el flanco derecho, justo debajo del hombro izquierdo, y qué se pretende negando su existencia? Primero, no creo que algún integrante de la relación este sugestionado a injuriar a su co-"enamorado"; segundo, estoy seguro que todos están dispuestos a negar lo soporífero o lo aburrido; y tercero, somos seres accidentales, la mínima interacción ajena a nuestra condición modifica las percepciones. Por ende, asumo que la latente condición de ser accionados, sumada a la subyacente escisión social provocado por la monogamia y multiplicado por el deseo hedonista dan como resultado la mentira social que al final de cuentas es el sistema natural de la sociedad.; es decir, rechazar aquello que me haga "parecer" indecente y "aparentar" un estatus de persona bien.
     Después de todo, lo que en realidad genera tanto a la monogamia como a, su adyacente hermana, la poligamia es la vacuidad en la mente de las personas, lo que desencadena constantes ideas absurdas como el libertinaje o inmoralidad.

lunes, 12 de julio de 2010

Poesía callejera

El día de hoy, nada que ver con mi estilo, pero por solicitud va dedicado a todas(os) aquellas(os) románticas(os) o realistas positivas(os) que encuentran en cada momento de la vida una chispa de alegría que congenia y armoniza como si se tratara de un pequeño poema ya escrito y que sólo está en la calle para ser leído por quien preste atención.
     Todo comienza en un lugar cómodo de tu habitación y notas que un antojo te invade, pero no es el antojo lo que te provoca placer, sino los recuerdos de tu primer avalancha de sabor durazno con esa persona especial; te decides a salir en busca de otro recuerdo y avanzas en la noche del lado del copiloto por el mismo camino que sueles tomar hacia tu nevería preferida, te das cuenta que todas las luces pasan tan rápido que apenas las notas pero algunas parecen reflectores y otras luciérnagas, ves como las plantas se movieran exactamente hacia donde te diriges y los sonidos se atenúan de una manera que comúnmente no lo hacen; todo parece como si estuviese ambientado para generar emociones que enaltezcan tu sentido del gusto.
     Por fin llegas, tomas asiento y comienzas a platicar, ríes, pruebas un poco de su helado, ríes más... pasan tantas cosas que quisieras llegar a escribirlas y que nunca se olvidaran. Todo se va tan rápido que ya estás de regreso en casa de nuevo; te alistas para descansar y vuelves a traer a la mente todo lo que disfrutaste. Aún recuerdas como olía la azucena que estaba en la mesa de la nevería y como las luces de los departamentos en el tercer piso del edificio de enfrente parecían como si quisieran decirte algo, pero lo que más recuerdas es esa grieta en la pared que parece no sé qué, pero le das forma de sonrisa. De verdad que pareciera como si se hubiera planeado para ser así.
     Ves caer las hojas del calendario y día tras día recuerdas algo nuevo, pero un día platicas conmigo, me cuentas, río y te digo que sólo es producto de la confusión emocional y predisposición ante un evento deseado, pero que a todos les pasa alguna vez y, patético o no, son memorias que nunca desaparecen porque por primera vez notaste que la "ambientación" natural de los espacios cumple mejor para ti que el proyecto de algún colega mío.

domingo, 11 de julio de 2010

Lo único constante es el cambio, ¡sí, cómo no!

A primera instancia pareciera que estamos inmersos en espacios que no nos permiten entrever qué es lo que hay más allá de las buenas ideas que enclaustran la manera en cómo percibimos el mundo y generamos nuevas aportaciones a las personas. Sin embargo, quiero darle cabida a las pocas razones que me ayudan a escribir día con día, empezando por el cambio "perenne".
     ¿Cuántos pueden decir que en realidad han cambiado? ¿Han, acaso, preguntado cómo eran y cómo son? Si hay algo que nos hace, en algún sentido, únicos es el hecho de que no nos es posible realmente ser capaces de acceder al cambio. La manera de conducirse de cada quien es propiamente de ese quien y eso no se modifica a pesar del paso del tiempo o de las situaciones para ser más preciso. Es decir, al abordar este tema por el concepto de la individualidad no queda duda que es imposible entablar un concepto lógico en sí, pues nadie está intuido por propia voluntad, sino por la congregación de elementos que nos conforman y que particularmente me encolerizan.
     A lo que quiero llegar es que no se puede evaluar cambio alguno cuando lo que en realidad se debería acatar es la evolución. Ambos conceptos aunque parecen tener el mismo viaje epistemológico difieren en campos de aceptación social, lo que termina por desmentir a ambos. En circunstancias específicas un infante empieza a conformarse por el constante acercamiento con los qué (ubicando a las personas como cosas), y ese niño no sólo acepta el camino que se ha forjado en él, sino que lo arraiga tanto en sí que en una edad adulta termina comportándose del mismo modo que lo hacía de pequeño. Los actos que poseía pueden ser fácilmente comparados y diferidos con los actuales, pero sin una evaluación profunda parece que el niño ha madurado y por tanto creer que ha cambiado, no obstante nada de eso sucede.
     Su evolución y la manera en cómo hemos configurado ese término nos hace pensar que el crecer implica una transformación total, cuando lo único que aporta es un punto de vista transformado y una relación con el exterior más ajena a lo que debería ser. Cualquier sujeto debe probar que es digno de ser fiel a lo que conoce y si eso que comprende es el hecho de ser cambiante, entonces ¿en realidad cambia por estar en constante "cambio" o simplemente se mantiene dentro del halo continuo de su propia condición?
     No quiero dar conclusión a este tema porque aún faltan cosas por mencionar, pero para cerrar el día de hoy debo rematar diciendo: la configuración de cada uno permanece, pero el diseño se modifica.

sábado, 10 de julio de 2010

Porque pensar y comprender son conceptos distintos

Para aquellos como yo, entender la importancia del discurso llega mucho antes que la idea de siquiera plantear un objetivo y por eso es que tras haber concretizado lo que realmente añoro llegué a la conclusión de titular este su-perviviente espacio con el conjunto de signos tipográficos conocidos como comillas inglesas. Quizá no es la mejor manera de atracción, pero sí expresa, a detalle, lo que se pretende con cada caracter que se destine para descubrir lo que representa. Esas pequeñas gotas del lenguaje cumplen con su función intrínseca además de ser elementos estéticos que dotan de ironía o importancia tanto a la comunicación verbal como no verbal, pues destacan la intención del autor que junto con la experiencia del lector crean un campo de conocimiento y de intelección mayor al imaginado.
     Sin embargo, el impacto esperado reside tanto en mi vana capacidad de expresión y mi pecaminoso gusto por escribir, como en su paciencia asertiva de no dar ni pie ni mano al error y en la discusión interna de cada uno; éste es (como dije al comienzo) el único camino para descubrir qué es lo que representan aquellos signos y la forma más interesante de generar nuevas dinámicas sociales y perceptuales.
     Asimismo, hay algo más que ambiciono compartir -ya que estamos en confianza- pero que al mismo tiempo no quisiese arruinar con explicaciones fútiles de su razón y ese algo es la "palabra" Nosperante. Conforme vaya siendo posible la comunicación con ustedes pretendo dilucidar poco a poco la naturaleza gravitacional que ejerce hacia sí y la infinita posibilidad que reside en su condición inteligible.
     Por último, aunque en realidad debió haber sido lo primero, los exhorto a que se atrevan a tansformar lo que me dijeron se llama realidad y a agregar esos puntos suspensivos que le faltan tanto a la sociedad como al encabezado de este blog.