martes, 20 de julio de 2010

Del Caos o relativo a la Percepción

Te conocen como imagen de lenta lectura,
de cualidades reales, pero colectivas;
posesiones absurdas aunque subjetivas.
¡Detente!, si confiesas no es más que so figura.

Asesina de sueños, amada por los "sanos",
desdichada entre rebeldes. ¿Sombra o claridades?
Yo qué sé, y sin embargo virgen de sociedades
aunque, sobre todo, empleadora de artesanos.

Sucia bribona, manceba por el caos que cargas;
sin tus intenciones no queda más que la escisión,
que para tanta lisonja ni los lengüilargas.

Dices, tan estoica, "soy no", pero eres negación.
Tanto que si insta tu soberbia, la muerte alargas;
mas si todo se hace nada, a tu razón le apodan... percepción.

viernes, 16 de julio de 2010

¿Imponer la monogamia o temer a la poligamia?

No me gustaría desatar deseos poligámicos de ningún tipo, sólo considero pertinente adiestrar las conductas sociales de tal modo que se conviva sin la necedad de posesión de la pareja cosificada. Se ha dicho constantemente que la fémina es quien exige u otorga, sea el caso, la imperatividad de la monogamia social, en la mayoría de los casos; si eso se da por la biología (ocultándose y exponiéndose íntimamente) puede retener a su hombre; pero si se debe a la sociedad -mayormente occidental- también existen pequeños ganchos que contengan los deseos innatos del hombre en este caso, tales como el matrimonio o incluso los hijos y su seguridad.
     Desde el punto anterior, la monogamia aporta menos promesas de amor y lealtad, y más promesas a futuro a diferencia de la poligamia que mantiene constante el flirteo y la necesidad del Poder en ambos géneros, así como explotación de los recursos sociales de cada quien. Sin embargo, y a diferencia del espacio privado (casa o alcoba) que es en dónde comúnmente se quiere mantener la retroalimentación con una sola pareja, es en la mayoría de los círculos sociales que el hombre teme, generalmente, que algún otro prospecto zambulla palabras en los oídos e irradie atributos a los ojos su pareja, y ésta termine por irse con "aquel".
     Dicho sea, las mujeres desean que el hombre permanezca junto con ellas y los hombres no permiten que la mujer se aleje de él, salvo las excepciones (que seguro debe haber algunas). Muy a pesar de los párrafos anteriores, lo importante reside en la posibilidad opuesta a la imposición o al temor y que provoca la exploración de la infidelidad; es decir, es muy probable que en algún punto de cualquier relación se exija, pero no se esté dispuesto el otorgar, sea por las razones que se quieran encontrar, empero la más común es imaginar un porvenir distinto y más próspero con la nueva persona, y si se piensa un poco en el antónimo social del temor pasando por su raíz, la inseguridad, podría estar seguro que es algún tipo de agresión, y con este concepto me refiero a la intención de causar algún daño, sea implosivo o explosivo.
     Una vez expuesto el hecho, las conductas y lo importante falta dar espacio a lo interesante y creo más adecuado hacerlo con una pregunta, ¿quién jala el gatillo que apunta hacia el flanco derecho, justo debajo del hombro izquierdo, y qué se pretende negando su existencia? Primero, no creo que algún integrante de la relación este sugestionado a injuriar a su co-"enamorado"; segundo, estoy seguro que todos están dispuestos a negar lo soporífero o lo aburrido; y tercero, somos seres accidentales, la mínima interacción ajena a nuestra condición modifica las percepciones. Por ende, asumo que la latente condición de ser accionados, sumada a la subyacente escisión social provocado por la monogamia y multiplicado por el deseo hedonista dan como resultado la mentira social que al final de cuentas es el sistema natural de la sociedad.; es decir, rechazar aquello que me haga "parecer" indecente y "aparentar" un estatus de persona bien.
     Después de todo, lo que en realidad genera tanto a la monogamia como a, su adyacente hermana, la poligamia es la vacuidad en la mente de las personas, lo que desencadena constantes ideas absurdas como el libertinaje o inmoralidad.

lunes, 12 de julio de 2010

Poesía callejera

El día de hoy, nada que ver con mi estilo, pero por solicitud va dedicado a todas(os) aquellas(os) románticas(os) o realistas positivas(os) que encuentran en cada momento de la vida una chispa de alegría que congenia y armoniza como si se tratara de un pequeño poema ya escrito y que sólo está en la calle para ser leído por quien preste atención.
     Todo comienza en un lugar cómodo de tu habitación y notas que un antojo te invade, pero no es el antojo lo que te provoca placer, sino los recuerdos de tu primer avalancha de sabor durazno con esa persona especial; te decides a salir en busca de otro recuerdo y avanzas en la noche del lado del copiloto por el mismo camino que sueles tomar hacia tu nevería preferida, te das cuenta que todas las luces pasan tan rápido que apenas las notas pero algunas parecen reflectores y otras luciérnagas, ves como las plantas se movieran exactamente hacia donde te diriges y los sonidos se atenúan de una manera que comúnmente no lo hacen; todo parece como si estuviese ambientado para generar emociones que enaltezcan tu sentido del gusto.
     Por fin llegas, tomas asiento y comienzas a platicar, ríes, pruebas un poco de su helado, ríes más... pasan tantas cosas que quisieras llegar a escribirlas y que nunca se olvidaran. Todo se va tan rápido que ya estás de regreso en casa de nuevo; te alistas para descansar y vuelves a traer a la mente todo lo que disfrutaste. Aún recuerdas como olía la azucena que estaba en la mesa de la nevería y como las luces de los departamentos en el tercer piso del edificio de enfrente parecían como si quisieran decirte algo, pero lo que más recuerdas es esa grieta en la pared que parece no sé qué, pero le das forma de sonrisa. De verdad que pareciera como si se hubiera planeado para ser así.
     Ves caer las hojas del calendario y día tras día recuerdas algo nuevo, pero un día platicas conmigo, me cuentas, río y te digo que sólo es producto de la confusión emocional y predisposición ante un evento deseado, pero que a todos les pasa alguna vez y, patético o no, son memorias que nunca desaparecen porque por primera vez notaste que la "ambientación" natural de los espacios cumple mejor para ti que el proyecto de algún colega mío.

domingo, 11 de julio de 2010

Lo único constante es el cambio, ¡sí, cómo no!

A primera instancia pareciera que estamos inmersos en espacios que no nos permiten entrever qué es lo que hay más allá de las buenas ideas que enclaustran la manera en cómo percibimos el mundo y generamos nuevas aportaciones a las personas. Sin embargo, quiero darle cabida a las pocas razones que me ayudan a escribir día con día, empezando por el cambio "perenne".
     ¿Cuántos pueden decir que en realidad han cambiado? ¿Han, acaso, preguntado cómo eran y cómo son? Si hay algo que nos hace, en algún sentido, únicos es el hecho de que no nos es posible realmente ser capaces de acceder al cambio. La manera de conducirse de cada quien es propiamente de ese quien y eso no se modifica a pesar del paso del tiempo o de las situaciones para ser más preciso. Es decir, al abordar este tema por el concepto de la individualidad no queda duda que es imposible entablar un concepto lógico en sí, pues nadie está intuido por propia voluntad, sino por la congregación de elementos que nos conforman y que particularmente me encolerizan.
     A lo que quiero llegar es que no se puede evaluar cambio alguno cuando lo que en realidad se debería acatar es la evolución. Ambos conceptos aunque parecen tener el mismo viaje epistemológico difieren en campos de aceptación social, lo que termina por desmentir a ambos. En circunstancias específicas un infante empieza a conformarse por el constante acercamiento con los qué (ubicando a las personas como cosas), y ese niño no sólo acepta el camino que se ha forjado en él, sino que lo arraiga tanto en sí que en una edad adulta termina comportándose del mismo modo que lo hacía de pequeño. Los actos que poseía pueden ser fácilmente comparados y diferidos con los actuales, pero sin una evaluación profunda parece que el niño ha madurado y por tanto creer que ha cambiado, no obstante nada de eso sucede.
     Su evolución y la manera en cómo hemos configurado ese término nos hace pensar que el crecer implica una transformación total, cuando lo único que aporta es un punto de vista transformado y una relación con el exterior más ajena a lo que debería ser. Cualquier sujeto debe probar que es digno de ser fiel a lo que conoce y si eso que comprende es el hecho de ser cambiante, entonces ¿en realidad cambia por estar en constante "cambio" o simplemente se mantiene dentro del halo continuo de su propia condición?
     No quiero dar conclusión a este tema porque aún faltan cosas por mencionar, pero para cerrar el día de hoy debo rematar diciendo: la configuración de cada uno permanece, pero el diseño se modifica.

sábado, 10 de julio de 2010

Porque pensar y comprender son conceptos distintos

Para aquellos como yo, entender la importancia del discurso llega mucho antes que la idea de siquiera plantear un objetivo y por eso es que tras haber concretizado lo que realmente añoro llegué a la conclusión de titular este su-perviviente espacio con el conjunto de signos tipográficos conocidos como comillas inglesas. Quizá no es la mejor manera de atracción, pero sí expresa, a detalle, lo que se pretende con cada caracter que se destine para descubrir lo que representa. Esas pequeñas gotas del lenguaje cumplen con su función intrínseca además de ser elementos estéticos que dotan de ironía o importancia tanto a la comunicación verbal como no verbal, pues destacan la intención del autor que junto con la experiencia del lector crean un campo de conocimiento y de intelección mayor al imaginado.
     Sin embargo, el impacto esperado reside tanto en mi vana capacidad de expresión y mi pecaminoso gusto por escribir, como en su paciencia asertiva de no dar ni pie ni mano al error y en la discusión interna de cada uno; éste es (como dije al comienzo) el único camino para descubrir qué es lo que representan aquellos signos y la forma más interesante de generar nuevas dinámicas sociales y perceptuales.
     Asimismo, hay algo más que ambiciono compartir -ya que estamos en confianza- pero que al mismo tiempo no quisiese arruinar con explicaciones fútiles de su razón y ese algo es la "palabra" Nosperante. Conforme vaya siendo posible la comunicación con ustedes pretendo dilucidar poco a poco la naturaleza gravitacional que ejerce hacia sí y la infinita posibilidad que reside en su condición inteligible.
     Por último, aunque en realidad debió haber sido lo primero, los exhorto a que se atrevan a tansformar lo que me dijeron se llama realidad y a agregar esos puntos suspensivos que le faltan tanto a la sociedad como al encabezado de este blog.