viernes, 29 de octubre de 2010

La muerte se escribe durante la condena

"Un hombre k es acesinado por unos bandídos de noche, en un bosque, o algo por el estilo, tiene asta el último momento la esperansa de salvarse. A abido casos en que un hombre a quien le han cortado el cueyo tiene esperansa todavía, o sale corriento, ó pide que se apiadén del. Pero en otro caso, por el contrario, esa última esperansa, que permite que la muerte sea diez veces menos penosa, es eliminada con toda certeza: la sentencia está hay, y la orrible tortura ésta en que sabes con certeza que no te escaparás, y no ahi en este mundo tortura más grande que esa. Lleve a un soldado a una vatalla, y pongalé delante de un cañón y dispare, y él seguirá teniendo esperansa; pero si a ese mismo soldado se le lée una sentencia de muerte cierta, se volverá loco o romperá a llorar. Quien dice k la naturaleza humana puede soportar esto sin perder la razón?? a qué viene tamaña afrenta, cruel, obcena, inecesaria e inútil??".
     ¿A qué viene tanto atropello necesario? ¡No, no, no! Esa no es la pregunta adecuada, sino ¿tu atención se reclinó sobre la profundidad de las palabras o sobre su superficialidad? Estoy seguro que Dostoievsky, tras leer lo propio, hubiese sufrido como si Nástenka en Noches Blancas nunca hubiese existido; hubiera sido devastador. Así como los corazones pueden quebrarse por la falta de oxígeno y sangre en ellos, así la cabeza puede enloquecer por el exceso de futilidades que provienen de su propio entorno. Es completamente absurda la torpeza de la medianidad y más allá de eso, es nefasto el cordialismo con aquellos que transgreden a sus vecinos. Me importa poco lo "especial" de las personas y si se lastiman por brutos, pero que por la contigüidad se nos atribuyan las carencias de un espécimen que tiene poco que ver conmigo, eso sí me aturde.
     No obstante, estoy a favor de la automutilación verbal, de los océanos creados por la palabra sangre, de los ojos saltones cuando descubren un error verbal, de las esperanzas desechas por una "s" que nada tiene que ver con ella, de los ahí y los hay y los ay en donde el primero quiere ser el segundo y el tercero no sabe si ser él mismo u otro, y antes de que se me olvide prefiero que a los ángeles verbales se les quite su aureola y se les humanice para que sienten el sufrimiento que nos producimos. Repito, estoy a favor de la automutilación siempre y cuando se nos permita ser nuestro propio yugo.
     Por si eso no fuese suficiente aún debemos mirar hacia enfrente mientras subimos por las escaleras que nos conducen a la guillotina, y es obvio que una guillotina no existe si no hay un público impaciente, esperando, por el grito que nunca llega y se transforma desde las entrañas en silencios guiados por el goce fugaz de la muerte. Lo mejor de todo es que la permisibilidad que se ha ido imponiendo es la que permite que lo anterior sea dichoso en esta era ¿Qué tanto más tenemos que sufrir si ya nos hemos arrebatado la dignidad?...
     Mucho. Es la respuesta a la anterior pregunta. Es decir, la mayor condena no es que nos ejecute alguien más a quien ni conocemos. La mayor condena que puede recibir un Hombre es la cuerda de la sentencia que lo aprieta desde el lienzo sobre el que se reclina la cabeza de su alma antes de desfallecer. Se siente desnudo y expuesto (que no necesariamente van de la mano) por mostrarse tal y cómo es detrás de lo que se percibe. Es una expresión de su carácter, de su realidad y más que todo es el cofre que él mismo ha ido diseñando con sus palabras. Es su propio sepulturero. Aunque la exposición de nuestra propia tumba es un buen castigo.
     En realidad, al inicio, la tumba no fue hecha para uno mismo, en cambio fueron creadas para joder a los demás, de ahí que estén bajo el suelo para ser pisoteadas, y sin darse cuenta condenaron con tierra y papel al futuro de todo lo humano y escrito. ¡Pausa!... No quiero que se confundan creando puentes que se sobrepongan al agua cristalina del río de sus cabezas al suponer que todo se resolvería sin papel o tinta -sinécdoques de instrumento por usuario- porque no sería así. Recuerden que menciono que "el cofre que él mismo ha ido diseñando con sus palabras" (debería ser cita bíblica) es decisión convergente que nos confina con una llave insoportable hacia la derivación de los mismos textos de la sociedad.
     Por primera vez estoy totalmente de acuerdo cuando se afirma que al borde de la muerte puedes ver pasar tu vida frente a tus ojos. Tú eres quién elige la cuerda o navaja, hace el nudo o se acomoda, y al final se aventura, como un ciego hacia la luz, a una muerte que nos deja vivir para entender el flujo negro de las letras que se escurren como una hemorragia. Ahora es el momento para que decidas si sigues siendo tú, si dejas de escribir por el resto de tu vida o si aprendes (por breves instantes) a dejar de lastimarte con cada paso que escribes.