miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Convivencia o conveniencia?

"La hipocresía depende de la sociedad, sin la segunda seríamos libres de la primera y viceversa". Esta frase quizá no resume la convivencia en sociedad, pero sí define la manera en que muchas veces las personas están condicionadas en una relación. Claro, salvo la minoría que no se delimita por la admiración o la futura -total- dependencia del otro.
     Es demasiado primitiva la forma que tenemos para relacionarnos, sin embargo para mí eso lo hace demasiado interesante. Desde pequeños nuestra formación se da con nuestros familiares, más tarde, si seguimos un orden cronológico, nos encontramos con amigos y maestros, algunas veces con otros adultos como los amigos de nuestros padres o tíos. A partir de nuestra incursión en el mundo social buscamos la convivencia con personas de gustos u objetivos o ideales o sentimientos similares y así es incluso cuando comenzamos a trabajar en donde, además de los factores anteriores, queremos un ambiente acorde con nuestros valores y compromisos, pero además de eso supondría que tendríamos que juntarnos con aquellos de un intelecto más o menos parecido; pero ¿siempre pasa eso? Es una lástima que la respuesta sea no.
     Lo que yo he notado es que nos relacionamos con la necesidad hacia el otro, no con el otro, y de seguro así debe ser desde la otra parcela. Esa necesidad no necesariamente es una dependencia hacia lo ajeno, aunque parece ser que sí se refiere a no querer carecer de lo que nos otorgan ya sea un beneficio para hacer negocios, o un lugar en cualquier espacio o incluso el amor y cariño de los amigos y la familia. Tal vez parezca frío o descarado, pero desde algún punto de vista los sentimientos que se supone provienen de nuestro interior no sea tanto de esa manera, en tanto sí del exterior.
     Por ejemplo, una madre abraza, quiere, regaña, enseña, ayuda, prohíbe y un sin fin de verbos más (románticamente, son quienes llevan a cabo más verbos) a su hija o hijo; y sin esperar "nada" a cambio el infante retribuye de una u otra manera. Si lo analizamos desde el punto de vista aquí expuesto se puede decir que A (madre) realiza las acciones con la idea de provocar una renovación en B (hija o hijo), entonces si B compensa con amor una de las acciones, A generará un sentimiento. Por lo visto es algo que naturalmente sucede, pero sí leemos entre las líneas reales y álgidas: A no quiere carecer de -A necesita- ese afecto porque se "siente feo" no tenerlo o desconocerlo, por lo tanto continuará difundiendo un sentimiento o razón o material sin esperar retroalimentación inmediata, pero los seres humanos están condicionados a esperar una fracción, ya sea menor o mayor, de lo otorgado y en diferentes envases.
     Como dije, es frígido y desalmado, pero sí a ese grado tan puro como lo es el amor maternal se podría ver de tal manera, ¿qué tanto no sucede en un mundo competitivo, emocionante, seductor y bárbaro? De cualquier manera, la mayoría de las relaciones generan un sentir de seguridad; por ende las relaciones dependen de la in-seguridad, llámese espacio a ocupar. Los negocios así se encaminan, tú me das algo que no puedo tener por mí mismo y yo lo equilibro con algo que quieras; los amigos también, nos llevamos bien y demás, pero yo aprendo de ti, tú de mí y además te gusta mi hermana o mi carro o queremos ser socios, lo que sea sirve. ¡Curioso!... Entonces, sin más, finalizo con el título de este día: ¿convivencia o conveniencia?